La última etapa de “La construcción de las certezas”, luego de clarificar el propósito que nos moviliza y el proyecto que lo hará realidad, es lo que denomino Plan de Acción.
Un plan de acción es una hoja de ruta en la que diseñamos una planificación de detalle, para gestionar y monitorear las etapas definidas con el fin de alcanzar los objetivos propuestos.
Es en esta instancia donde se enumeran y completan las tareas que integran cada una de las etapas del proyecto y se validan los plazos de los hitos de avance. Dicho en otras palabras, es el momento de clarificar el “cómo” vamos a lograr lo que definimos en la fase anterior.
Usualmente llegamos a este momento con cierta ansiedad por ponernos en acción, pero yo insisto en que la fase de diseño de detalle, que es el plan de acción, es la acción antes de la acción, y es aquí donde siempre encontramos oportunidades que nos permiten optimizar tiempo y recursos en la puesta en marcha.
Hace un tiempo, luego de finalizar una organización de tres días en una casa, mi clienta me dijo: “Te confieso que me sorprendió mucho que antes de comenzar tu trabajo le dedicaras casi dos horas al primer encuentro, te veía recorrer la casa, observando en detalle, tomando medidas y haciéndome preguntas para entender mis expectativas. Recuerdo que me dijiste ‘planificar bien es garantía de ejecutar mejor’, y el resultado estaba a la vista”. Ella feliz, y yo por ella, porque como siempre digo, organizar una casa es mucho más que ordenar, es hacer que ese espacio fluya, se viva mejor y se disfrute más.
Tal como dijo mi clienta, soy una convencida de que todas las etapas de diseño previas a la acción son tal vez la instancia más relevante en cualquier proyecto que iniciamos.
Otro tema interesante al desplegar el plan de acción etapa por etapa es que nos permite ver con claridad la simultaneidad posible entre tareas y descubrir cuáles de ellas, por su criticidad y duración, definen el proyecto todo.
Un ejemplo claro de esto es cuando estamos trabajando en un proyecto con apertura de un local o lanzamiento de una marca, en donde en la fase de inicio se superponen múltiples tareas, como por ejemplo, identidad de marca, comunicación, promoción, contratación de personal, ambientación, diseño de web, canales digitales, modelo de atención, entre otros. Una adecuada coordinación de todas estas actividades no sólo nos garantiza el cumplimiento de los plazos, sino que será la clave de éxito para lograr lo que nos proponemos.
Completadas las tres etapas: Propósito, Proyecto y Plan, siempre sugiero validarnos con un ejercicio final, ya no externo sino interno. Una mirada a nuestro corazón para confirmar si lo que vamos a iniciar se encuentra en sintonía con aquello que deseamos al comienzo. En tiempos de tanta incertidumbre, mantener el foco en el puerto de destino es tan importante como elaborar con pasión la hoja de ruta que nos llevara a él.
Acompañar a mis clientes en este proceso y ver plasmados en la realidad sus sueños son mis mayores satisfacciones profesionales.
Gracias por permitirme ser parte del viaje, es un verdadero placer.