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Transformar es el tercer y último paso de mi Método AOT: Abrir, Organizar y Transformar. Además, es lo que nos garantiza el éxito de todo el proceso.

Quizás pienses que la palabra “transformar” suena exagerada, pero organizar no sólo tiene que ver con ordenar un lugar o con planificar actividades o tareas, sino con algo más profundo.

Vivir en un lugar ordenado es una experiencia, algo que cambia radicalmente nuestros espacios y rutinas.

 

Es hacer de la planificación y la organización un hábito, que surge del convencimiento personal que se da a partir de vivenciar sus beneficios:

 

  • Tener más tiempo para nosotros
  • Optimizar los recursos en casa
  • Ordenar los ambientes con foco en la funcionalidad

 

Y por sobre todas las cosas, sentirnos a gusto con la forma en la que vivimos.

La transformación es transversal a todo el proceso, se inicia en el abrir, cuando decidimos cambiar nuestra forma de vivir en lo cotidiano y diseñamos cómo queremos que sea; continúa con organizar los espacios y planificar las rutinas enfocados en el propósito que nos mueve, y se completa cuando esta dinámica se hace habitual.

Por ejemplo, si asignamos un lugar para las pilas, sabremos dónde buscarlas cuando la necesitemos, siempre y cuando seamos consistentes al momento de reponer y/o guardar las mismas.

Cuando inicio el proceso de organizar una casa, una de las primeras preguntas que hago a mis clientes es ¿qué necesitás que ocurra en tu casa? ¿Cómo querés que sea? ¿Con qué frecuencia? Y ¿quién podría hacerlo? Por ejemplo, la comida, o las compras, o las tareas domésticas.

Es a partir de estas definiciones que vamos a poder sostener los cambios que hagamos. Adueñarnos de la manera en la que se hacen las cosas en casa depende de nosotros y a veces es lo que más nos cuesta, porque como digo siempre, una vez que tengo claro lo que quiero que pase, el resto fluye.

Cambiar implica salir de nuestra zona de confort y a veces, por más que estemos convencidos de que queremos cambiar algo en casa o en nuestro hacer diario, pasamos por distintos estados a la hora de concretar los cambios.

Suelo explicar con detenimiento las etapas del cambio porque el hacernos conscientes de las mismas hace que podamos transitarlos con mayor comodidad.

Es a partir de la consciencia o necesidad de querer cambiar, que se genera el deseo para hacerlo, y se incorporan el conocimiento para llevarlo a cabo y las habilidades para sostenerlo. El refuerzo es la mejora contínua y ocurre cuando ya logramos convertir en hábito el cambio.

Por ejemplo, si quiero organizar mi casa, primero debo hacerme “consciente” de como esta situación afecta mi bienestar y economía, para luego tener deseo o ganas de cambiar. Visualizar los beneficios de vivir en una casa ordenada es lo que me llevará a  incorporar los “conocimientos” para hacerlo posible y  las “habilidades”  para mantenerlo en el tiempo.

Si reconocemos en qué etapa del cambio estamos, es mucho más fácil transitarlo y conseguir lo que necesitamos para avanzar y transformar nuestra realidad.

Incorporar nuevos hábitos y entrenarlos a diario nos dará la certeza de poder mantener lo que sea que hagamos. Por ejemplo, luego de organizar nuestro placard será necesario establecer al menos 5 minutos diarios para sostener ese orden.

Otro aspecto muy importante a la hora de cambiar es comunicar adecuadamente a todas las personas impactadas por el proceso, básicamente a nuestra familia, lo que vamos a hacer y qué esperamos de y con ellos en el nuevo “modo”. Por ejemplo, si tengo alguien que me ayuda en casa, es clave poder compartirle los cambios, el propósito y de ser necesario capacitarla o explicarle cómo queremos que se hagan determinadas cosas a partir de ahora (ejemplo, guardar la ropa en contenedores o doblar con la tablita para que todo quede del mismo tamaño).

Finalizada la organización, será preciso ajustar detalles de los procesos de la casa y su puesta en marcha, como así también transferir el conocimiento y hacer un seguimiento para asegurarnos del éxito de los mismos. El objetivo es que desde ese momento, te adueñes de tu casa por completo y vivas lo cotidiano, de la manera que siempre quisiste.

Esta nueva forma de vivir nuestro exterior modifica, sin lugar a dudas, nuestro interior y es desde allí que emerge la verdadera transformación.

Lo que transforma es la repetición. Somos lo que hacemos repetidamente, el orden entonces no es un acto, sino un hábito.

Y son los nuevos hábitos los que transforman nuestros espacios, nuestros días y por consiguiente, nuestra vida.